1 de junio de 2006
Brutalidad policial, vergüenza nacional
* Daniel Jadue *
Definitivamente la figura del enemigo interno sigue estando presente, como una huella indeleble, en el código genético de nuestras fuerzas armadas, de orden y seguridad.
Por más que se esmeren, las autoridades militares y de carabineros, en presentar ante la sociedad una nueva cara, bajo el paraguas de una nueva doctrina institucional, la doctrina de seguridad nacional y el compromiso con un modelo económico y no con la sociedad a la que deben proteger, es lo que caracteriza a las fuerzas policiales del Chile de hoy.
Las imágenes que hemos visto en estos días de carabineros atacando y golpeando de manera brutal, enfermiza y sin razón a manifestantes de escasos 15 años, golpeando a periodistas y jactándose de las violaciones a los derechos humanos en las que incurren como si fueran actitudes heroicas, muestran a una policía llena de odio y que se entiende a si misma, solo como un instrumento de dominación de clase y no como eufemísticamente la definen los textos legales y sus propias supuestas prácticas y doctrinas.
Ellas sienten que su función y motivo de existencia es reprimir y aniquilar cualquier intento, de cualquier grupo social, por generar cambios al sistema impuesto a sangre y fuego por la dictadura militar y se identifican a tal grado “la obra del gobierno militar” que cuando observan a alguien o a algún grupo social criticarla, se sienten criticados ellos mismos como s el modelo neoliberal y las fuerzas armas y de orden fueran una y la misma cosa..Esa doctrina, que surgió de la misma fuente de la que nació el Consenso de Washington y la doctrina neoliberal, ha marcado de manera casi permanente a nuestras fuerzas armadas y recuperarlas para el pueblo de Chile se presenta hoy como una necesidad urgente e impostergable. No vayamos a tener que arrepentirnos nuevamente de alguna víctima inocente asesinada solamente por el delito intolerable de pensar y soñar con un mundo mejor.
Y las posibilidades no son muchas: o la decisión de criminalizar la protesta social es una decisión que viene de los más alto de las esferas de gobierno; o las fuerzas de orden tienen vida y política propias, independientes de las autoridades civiles, elegidas mediante elecciones formales y supuestamente democráticas. Claramente la remoción de uno de los responsables no es respuesta suficiente a lo que todo Chile observó por las pantallas de televisión.
El gobierno deberá demostrar con sanciones mucho más ejemplares, tanto a los responsables políticos como a los responsables directos de lo que vimos, que no comparte el accionar de carabineros y que, como suele decirse, nadie está por sobre la Ley.
El desarrollo organizacional plantea que cuando determinada cultura organizacional es demasiado fuerte y definida, logra trazar una frontera impermeable entre los valores de dicha organización y los de la sociedad en la que se inserta.
Esto podría significar que la cultura organizacional de las fuerzas armadas y de orden que Pinochet refundó en nuestro país, luego del golpe de estado, podría ser tan sólida que no se deja permear por los cambios culturales que se supone han operado en chile en los últimos años.
Será tarea del gobierno de turno, generar las condiciones para que la cultura nacional en reconstrucción, supuestamente democrática participativa e inclusiva, además de respetuosa de los derechos humanos permee de una vez por todas y de manera clara a estas instituciones que no son ni deben ser un fin en sí mismo, ni un instrumento de dominación de una clase sobre otra, y mucho menos, los perros cancerberos de un modelo económico que la mayoría de país comienza a rechazar.
Si esto no sucede en un plazo relativamente breve, que nadie se sorprenda entonces cuando volvamos a ver en la calle a, cada día más, jóvenes encapuchados, enfrentándose a carabineros como si fueran enemigos, pues la definición nace, no de los jóvenes, sino de la actitud de carabineros de tratarlos como tal, de la misma manera como lo hicieran durante la dictadura militar, lo que constituye una señal demasiado elocuente para no entenderla.
Vanos serán los intentos de convencerlos de actuar a cara descubierta y bajo los criterios democráticos de quienes violan sus derechos fundamentales, cuando la realidad dice que es mejor desconfiar de las autoridades y de los uniformados y cuidarse de un estado que te considera un enemigo interno, por el solo hecho de soñar una sociedad mejor y atreverte a construirla mediante la movilización social y la lucha callejera. Sobre todo si consideramos que ni siquiera el sistema electoral es capaz de dar garantías mínimas de representación a quienes no son partidarios del modelo, y solo te deja esas herramientas para hacerte escuchar y para ser considerado como un verdadero sujeto social y político.
No puedo terminar de escribir sin volver a saludar a los secundarios y agradecerles por la tremenda lección que nos han dado a la sociedad toda, mostrándonos el camino por el cual deben transitar nuestros sueños de cambio real, la unidad, la movilización y la lucha social.