29 de enero de 2009
La muerte de Frei: Asesinato o suicidio
Cada vez que se recuerda un aniversario más de la muerte de Frei padre, se me viene a la memoria lo caro le costó haberse puesto al servicio de los gringos para impedir el triunfo de Allende y luego para desestabilizar su gobierno. Él fue uno de los que, junto a la derecha de siempre, les dio la venia a los militares para efectuar el golpe y ponerse a matar chilenos y terminó, él mismo, siendo asesinado.
Después de 27 años, los chilenos hemos logrado tener la certeza de algo que muchos sospechábamos desde hace algunos años. Uno de los presidentes de Chile, Eduardo Frei Montalva, sufrió el mismo destino que muchos de los opositores a la dictadura de Pinochet. Fue asesinado por instrucciones de los altos mandos de la época, seguramente para impedir que volviera a jugar algún importante rol en la política chilena, como lo había hecho hasta después del Golpe de Estado en nuestro país, cuando se dispuso a viajar por todo el planeta explicando las bondades del golpe de estado y defendiendo la legitimidad del mismo.
Ahora bien, la certeza acerca del asesinato de Frei no cambiará la percepción que de la dictadura tuvimos sus enemigos de siempre, pero resulta esperable que, al menos, cambie la percepción de muchos que incluso la apoyaron activa y pasivamente. Sobre todo de aquellos democratacristianos que festejaron con champagne, igual que la derecha dura, la noche del 11 de Septiembre del 73, que seguramente, en estos momentos en que se alza la candidatura de Frei hijo, nuevamente, rasgarán vestiduras y querrán vestir a Frei padre de una estatura moral que los ayude a superar el pésimo momento por el que atraviesa la coalición de gobierno y en especial el PDC.
Otros, tratarán de apropiarse personalmente de su “obra” para proyectarse en el Chile de hoy como depositarios de su “legado”, eso sí, que mirando un poco más hacia la derecha de lo que aparece hoy la DC, en una alianza que algunos ingenuos y nostálgicos pretenden describir como de centro izquierda.
Claro está, al menos para quienes seguimos comprometidos con la superación del capitalismo como forma de organización social, que el hecho de habernos enterado hoy de lo que sucedió finalmente con Frei padre, no lo puede convertir en un mártir y mucho menos en un héroe de la democracia y el respeto a los derechos humanos en Chile.
Nada debe hacernos olvidar como la DC, bajo su liderazgo, se alió con una potencia extranjera y recibió fondos para intervenir electoralmente las elecciones chilenas e impedir el triunfo de una de las opciones que legítimamente aspiraba a imponerse por la vía democrática en nuestro país, instalando a la DC como instrumento de una de las más macabras intervenciones extranjeras en asuntos internos de los chilenos. Tampoco debemos olvidar que luego del triunfo de Salvador Allende, la DC siguió recibiendo dineros del extranjero, esta vez para desestabilizar al gobierno democráticamente electo. En ese minuto la DC había olvidado, esperamos que temporalmente, que los demócratas de verdad sólo aceptan el voto castigo como herramienta para sacar a los gobiernos que no les agradan.
Tampoco debemos olvidar la complicidad y el silencio vergonzoso que muchos DC, entre ellos el ex presidente, mantuvieron con respecto a la felonía y a la traición desatada en Chile antes, durante y después del golpe de estado, con la secreta esperanza de que los militares, luego de limpiar la patria de marxistas, llegaran a devolverle a los civiles, y especialmente a Frei padre, las riendas del Chile en el que habían aceptado destruir la democracia, para impedir los cambios que el gobierno de la Unidad Popular pretendía y que hoy comienzan a instalarse como mínimo común denominador de la gran patria latinoamericana.
Hoy, cuando la DC comienza a mirar con disimulo hacia la izquierda para intentar volver a ser gobierno en Chile, a contrario sensu de la tendencia de la Internacional Demócrata Cristiana, que mira a la derecha y se ufana por terminar de cualquier forma con gobiernos de izquierda legítimamente elegidos, como es el caso de Venezuela; y aun cuando muchos quieran reescribir la historia del rol que Frei padre jugó en la época para intentar, una vez más, lavar la conciencia de la mayoría de los Democratacristianos de la época, resulta útil refrescar la memoria de la sociedad civil y esperar que la DC se haya convencido, por su propia y amarga experiencia, de que los golpes de estado nunca son un buen remedio para ninguna circunstancia.
De no ser así, habida cuenta de que la derecha no ha cambiado en lo más mínimo, hay que empezar a preocuparse por lo que la DC pueda y esté dispuesta a hacer en el futuro por volver a ser gobierno en este país. No vayan precisamente a seguir las enseñanzas de Frei padre y terminen disparándose en sus propios pies.