13 de septiembre de 2005
Los TLCS y la industria nacional
* Daniel Jadue *
Llevamos 15 años escuchando la promesa, a estas alturas infame, de la segunda fase exportadora con la cual Chile saldrá del subdesarrollo y generará la equidad social tan anhelada. Sin embargo, las acciones y la política del gobierno de la concertación y de la derecha, sus socios en el poder, parece decir una cosa muy distinta a los fríos y calculados discursos ejecutados con magistral manejo de los medios, sobre todo en épocas de elecciones, cuando siempre dicen lo que la gente quiere escuchar.
Hoy en los diarios se da cuenta de los avances en las discusiones para un nuevo tratado de libre comercio. Esta vez nuestro nuevo socio será China. Se plantea que China ofrece arancel 0 para el 75% de las exportaciones chilenas y que como contraparte Chile ofrecerá arancel 0 a un 50 % de las exportaciones chinas a nuestro país. Lo que en un plazo de 13 años llegará a convertirse casi en un arancel 0 para lado y lado en todas direcciones.
Nadie dice nada de las diferencias significativas que ambas economías poseen y del tipo de intercambio que entre ambos países existe. Mucho menos se habla del potencial impacto de este tratado en las pequeñas y medianas empresas, en la agricultura y la pesca artesanal, que como todo el mundo sabe ofrecen más del 80% del empleo en nuestro país.
Lo primero que hay que anotar es que más del 70% de las exportaciones de nuestro país a China las explica el cobre por sí solo y si a ello sumamos otras materias primas cuyo impacto en el empleo es ínfimo, alcanzan a casi el 95 % de las mismas. Sin embargo casi la totalidad de las importaciones que provienen desde China son productos manufacturados e industriales con alto valor agregado.
Esto quiere decir que mientras nuestras exportaciones a China ayudarán al gobierno chino a seguir generando empleo en su país, las importaciones desde China reemplazarán productos nacionales en el mercado local, entregando a quienes tengan posibilidad y el dinero, la opción de comprar más barato pero destruyendo puestos de trabajo u obligando a bajar aún más los salarios en rubros que no lograrán jamás competir con el gigante asiático.
Esto es una realidad objetiva, que ya nuestro sector textil, el de cuero y calzado y otros conocen de sobra. La productividad de los trabajadores chinos, su desarrollo tecnológico y el tamaño de su mercado permiten economías de escala que terminarán por destruir a la industria de base nacional.
Sobre todo, a la pequeña, mediana y famiempresa o empresas familiares que verán caer sus ventas hasta terminar, algunos de ellos, los más afortunados, proletarizándose para las grandes empresas que logren sortear con éxito el chaparrón.
El resto, los que no logren subirse a este nuevo impulso aperturista terminarán engrosando la lista de los pequeños industriales y empresarios cesantes que nada tienen que envidiarle a cesantes ilustrados o profesionales y tampoco a los analfabetos y los no calificados. Al final la equidad prometida por la concertación se hará realidad.
Todos los cesantes serán cesantes, nada más ni nada menos. Al parecer, los discursos a los que muchos se han acostumbrado ya no traerán los cambios esperados y es sumamente probable que terminemos vendiendo ovejas para comprar lana o vendiendo pescado para comprar harina de pescado, mientras en los discursos, los defensores del modelo seguirán hablando desde el discurso único; adormeciendo con los medios de comunicación "idiotizantes", a sus fieles votantes, hablándoles de los beneficios invisibles del sistema, del chorreo que nos vienen ofreciendo hace ya décadas y que nunca llega.
Sólo la reconstrucción de la unidad de la izquierda. Solo la construcción y masificación de una alternativa al modelo vigente que aparece como todopoderoso y eterno nos permitirá construir una sociedad más justa y solidaria en donde nadie sobre. Solo la unidad de los más amplios sectores antineoliberales arrancará de las garras del modelo a nuestro pueblo y ese es un desafío que no podemos soslayar bajo ningún pretexto, bajo ningún mezquino interés.